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Comentarios

Julio Alonso

Estoy totalmente de acuerdo contigo, Manuel. Ayer mismo, hablando de la profesión, me comentaba un veterano que en sus comienzos ejerció de corrector en una importante editorial, y que no podría ni imaginarme la de faltas de ortografía que cometían algunos escritores consagrados.

Por lo demás, pienso que los editores no están para poner acentos al prójimo; en todo caso, para devolver el original a su autor y pedirle que lo corrija. Si así fuese tal vez no habría tantos fallos. Los editores están, creo, para enriquecer el contenido de la página con apoyos textuales (cronologías, perfiles…) y gráficos (infografías, fotografías…), para poner en consonancia los titulares de las piezas relacionadas, echarle un ojo a la puesta en página y, en estos últimos tiempos, para vincular toda esa información con la que ofrece el mismo medio, a modo de complemento, en el soporte digital.

manuel

Dentro de la propia profesión periodística la figura del redactor de mesa no termina de entenderse bien. La mayoría de sus compañeros tienen una opinión sesgada, equívoca -y a veces incluso malévola- de su trabajo: en especial por parte de los "más engreídos", que sostienen que sus textos no necesitan ser corregidos y mucho menos transformados, cuando se da el caso. Por otra parte, las propias empresas y las cúpulas directivas de los periódicos "dudan" cada vez con más furor de la "productividad" de estos profesionales, ya que su labor no se refleja en el escaparate diario de las firmas en negrita. ¿Qué hacen, si no publican nada, todo el tiempo encerrados?, se preguntan. Y dictan sentencia: ¡Eso no es periodismo!. No es de extrañar pues ese anhelo por suprimirlos del organigrama de las redacciones. Podrían hacerlo, deberían hacerlo. Pero después de mandar al 90% de los que sí escriben a un curso intensivo de Gramática Básica.

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Nota del editor